Las sociedades requieren que las funciones del Estado sean conocidas y comprendidas, de manera que se pueda realizar por los ciudadanos la fiscalización de estas atribuciones, ejerciendo con idoneidad los controles que ofrecen las instancias respectivas del proceso democrático.

Los problemas de la nueva era que vive la humanidad se confunden e integran con necesidades insatisfechas del pasado y las propias del nuevo siglo, conjunción de hechos y factores que crean incertidumbres sociales y políticas.

El imperio del caos institucional, la corrupción, exclusión, pobreza, dificultades crecientes de oportunidades, aumento de desigualdades, injusticias y la competencia económica global demandan una mayor presencia del Estado y un sistema democrático que crea las condiciones de un poder político que se desenvuelva en una convivencia democrática que sea garantía de desarrollo y bienestar general.